2×370 – Desembarco

Publicado: 26/10/2011 en Al otro lado de la vida

IX. DESEMBARCO

 

Segunda oportunidad

 

 

370

 

A escasos metros de la costa meridional de la isla Nefesh

21 de octubre de 2008

 

Bárbara tenía una mano metida en el agua helada, notando como ésta se movía entre sus dedos al tiempo que el pequeño bote de remos, con sus seis ocupantes y todo cuanto éstos habían podido rescatar de su hermano mayor, se dirigía inexorablemente hacia aquella isla de aspecto paradisíaco.

En los pocos metros que habían avanzado desde que el barco se hundió, habían podido ver con mayor claridad que ese no era precisamente el mejor lugar por el que acceder a tierra firme, si no el peor. Pero estaban tan cerca que decidieron continuar, pues les costaría menos seguir adelante y amarrar el bote a cualquier roca o  rama de un árbol cercano a la orilla, que seguir rodeándola en busca de un lugar mejor por el que desembarcar.

Habían tenido que sortear varias rocas afiladas, semejantes a las que habían agrietado el estómago del barco que les había llevado hasta ahí, temiendo que el pequeño bote de remos acabase teniendo el mismo destino. No confiaban que el bote aguantase mucho más, con tanto peso como llevaba, y además, todavía albergaban la esperanza de encontrar a Morgan, y no querían alejarse demasiado del lugar donde presumiblemente había ido a parar, si es que realmente había ido nadando hacia la isla, como todos pensaban.

Los últimos metros fueron los más difíciles, e incluso se sintieron tentados a dar media vuelta y rodear un poco más la isla en busca de un lugar más propicio, pero tanto la marea como las habilidosas manos de quienes remaban, acabaron por dirigir el bote hacia una parte que parecía hecha a medida para ellos. Acabaron llegando a la costa, internándose en una pequeña cala rocosa que se adentraba media docena de metros en la isla, al final de la cual había una diminuta playa de arena, rocas y algo de tierra, a tocar de unos árboles muy altos, de troncos delgados y curvos, que parecían querer adentrarse en el mar, algunas de cuyas ramas llegaban incluso a acariciar su superficie.

Amarraron el bote al tronco de uno de los árboles más robustos que tenían al lado, y fueron abandonándolo, uno a uno, observando con recelo cuanto les rodeaba. Maya fue la única que se quedó a bordo, incapaz de imitar a sus compañeros, pero igualmente asustada y sobrecogida por la situación.

En esa porción de la costa, al mirar en derredor, tan solo veían la tupida vegetación que parecía envolverlo todo, hasta donde el mar imponía su hegemonía. Las copas de los árboles, la mayoría de ellos de hoja perenne, y los que no, todavía no habían perdido su follaje, daban la imagen multicolor de tonos verdes, amarillos, rojos y marrones. No podían siquiera imaginarse cómo de grande sería la isla en la que se encontraban, porque el exceso de vegetación les cortaba el paso, y porque se encontraban en una zona alrededor de la cual se alzaba una pequeña colina en forma de media luna, que impedía la vista más allá de la misma. A todas luces parecía una isla desierta, un  paraje natural virgen abandonado de la mano de Dios en mitad de la nada.

Pese a que sentían cierta desconfianza, al encontrarse en un lugar nuevo del que no sabían nada, en el interior de todos comenzó a nacer una vana ilusión porque ese fuera el destino definitivo que tanto habían buscado, y por el que tantas penas habían tenido que sufrir en el camino. Se les hacía difícil pensar en cómo serían capaces de sobrevivir en ese mundo primitivo, con una niña pequeña y una chica incapaz de andar. No obstante, todo se volvía mucho más agradable al imaginar que en ese mismo mundo jamás tendrían que volver a preocuparse por el yugo de aquellos seres devoradores de carne humana que tantas veces habían intentado acabar con ellos.

Estaban asustados, incómodos por la repentina ausencia de Morgan, sobre todo Zoe, que a duras penas podía aguantarse las lágrimas. Pero también estaban ilusionados, esperanzados por haber conseguido librarse del miedo, de la congoja perpetua de no saber si amanecerían vivos o muertos al día siguiente, optimistas por un destino mejor, si bien radicalmente diferente a todo cuanto habían conocido hasta el momento. Otra parte de ellos les repetía a voz en grito que no debían hacerse ilusiones, que lo que estaban viendo podía no ser más que un espejismo, la miel que tan solo moja los labios para luego desaparecer y dejar tras de sí una carcajada vil y la humillación de haber podido pensar que ahí acabarían sus problemas, para descubrir acto seguido que no era cierto. Y era al pensar eso, cuando todo se volvía mucho más cuesta arriba.

Ahora no tenían con qué huir de la isla, si a ésta había llegado también la infección de la que huían. Ahora solamente disponían de ese mediocre bote, con el que tan solo podrían alejarse de la costa de manera temporal, para tener que volver enseguida a por alimento y agua, exponiéndose de nuevo a ser cazados, si tenían la mala fortuna de no estar solos. Esa isla era la última carta que les quedaba por jugar, y si las cosas no salían como deseaban, difícilmente encontrarían otra oportunidad para sobrevivir. Ya se les habían ofrecido muchas, más que a todos cuantos habían ido perdiendo por el camino. Dependían de la fortuna o la desgracia que hubieran tenido por ser ése el lugar al que ir a parar, y estaban ansiosos por adentrarse en el bosque, para poder dar una respuesta, de una vez por todas, a tantas preguntas que les atormentaban.

Se quedaron varios minutos más ahí en la costa, junto al bote, en silencio, notando el frío del otoño vestido de viento, que mecía a ráfagas irregulares todas aquellas hojas que se negaban a abandonar las ramas. Minutos más tarde, aún sin haber sido capaces de asimilar que su travesía había llegado a su fin, empezaron a organizarse.

comentarios
  1. Mirame! dice:

    Es la isla de pasqua verdad? xDDDDDDDDD

    • Es Perejiiiiiiiiiiiiiiil. xDD En realidad no he sido nunca fiel a ninguna localización real, porque siempre me ha parecido que distraen de la acción de la narración centrándose en aspectos que no corresponden a una novela. Detesto cuando leyendo un libro te vomitan veinte hojas describiendo qué bonita es Barcelona xDDD Quiero que la atención de la novela se centre en la novela, y como tal no he puesto ningún sitio real, jamás. Como mucho el país en el que ocurre, porque por clima, horario e idioma de los personajes resultaba quizá imperante. La isla es sólo fruto de mi imaginación. De hecho le hice un dibujo la mar de majo hace ya tiempo xD

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