3×977 – Cordura

Publicado: 07/07/2015 en Al otro lado de la vida

977

Piso de la familia de Gustavo y Olga en Midbar

6 de septiembre de 2008

OLGA – ¡Que te he dicho que no!

Los lagrimones recorrían las mejillas de Gustavo como dos pequeños afluentes que convergían en su barbilla y caían al vacío. Miró con odio desmedido a Olga y se abalanzó hacia el pomo de la puerta del dormitorio tras el que se encontraba Agustina. La joven de los pendientes de perla tuvo que agarrarle de la muñeca y pegar un fuerte tirón para evitar que se saliera con la suya. Y lo consiguió, justo a tiempo. Él trató de zafarse, ambos forcejearon hasta caer aparatosamente al suelo y rodaron por él mientras el joven arquero se retorcía y ella trataba de inmovilizarle. Acabaron fuertemente abrazados, el uno por la imperante necesidad de calor humano y consuelo, y la otra para asegurarse de que así el chaval no cometiese ninguna insensatez. Los gritos y los golpes de Agustina al otro lado de la puerta se mezclaban con los llantos y gimoteos de su hijo, delatando que para ella ya era tarde.

Ambos sabían perfectamente lo que le había ocurrido, aunque el joven arquero se negase a reconocerlo. Olga también lo estaba pasando francamente mal, pero a diferencia del chico, era consciente de que como no demostrase el valor añadido de su madurez, su hermano acabaría haciendo una tontería que podría costarles la vida a los dos. Para acabarlo de estropear todo, Jacinto hacía más de seis horas que había salido de casa en la enésima partida en busca de víveres del día, consciente de que pronto ya no habría ningún lugar al que acudir en las proximidades. Pasaba ya la una de la medianoche, y aunque ninguno lo había verbalizado, ambos sospechaban que no volvería.

Todo parecía haberse tranquilizado. Olga se levantó, y ofreció su mano a Gustavo para que hiciese lo propio. En ese momento los gritos se reanudaron, incluso con mayor virulencia. Olga se llevó a su hermano al salón con presteza, y cerró la puerta del pasillo que lo conectaba con las dos habitaciones y el baño. El ruido apenas se sofocó. Ambos se quedaron en silencio; ella de pie frente a la puerta del pasillo, con la mirada perdida en la puerta de entrada, y él sentado en el sofá, sujetándose las sienes con ambas manos, con los codos sobre las rodillas. Sabían que llamar a una ambulancia, y mucho menos a la policía, era al mismo tiempo un esfuerzo estéril y una insensatez en sí misma, dadas las circunstancias, de modo que se limitaron a dejar pasar los minutos, sin mediar palabra.

Ninguno de los dos percibió cómo los gritos, los golpes y el arrastrar de pies fueron apagándose hasta que reinó de nuevo el silencio. Fue precisamente el contraste el que les hizo abandonar el estado de desconexión en el que se habían sumido tras aquella pequeña refriega.

No hubieran podido asegurar si habían pasado cinco minutos o cinco horas, pero ambos sintieron un vuelco en el corazón al ver aparecer a Jacinto tras la puerta de entrada. Gustavo corrió a reunirse con él, se le echó encima y le abrazó con todas sus fuerzas, mientras irrumpía de nuevo en llanto. Su padre le acarició el alborotado cabello, con una media sonrisa. Parecía agotado.

JACINTO – Lo siento muchísimo.

Olga se acercó a su padre con un nudo en el estómago, y se fijó en su estado. Tenía la camisa desgarrada a la altura del hombro y los pantalones manchados de tierra. Además, lucía una herida en el mentón con algo de sangre seca alrededor.

OLGA – ¿Qué te ha pasado?

El cabeza de familia miró avergonzado a su hija y tomó aire.

JACINTO – Me han robado el coche. Fui hasta Etzel, porque me dijeron que ahí había un súper que aún estaba abierto. Y era verdad. Pude comprar bastante comida, y a bastante mejor precio que aquí, pero al salir me abordaron unos chavales. Me robaron todo lo que tenía y no contentos con eso, se llevaron también el coche. Sólo he podido salvar esto.

Jacinto se llevó una mano al bolsillo y sacó una pequeña lata de atún en aceite vegetal. No le sorprendió demasiado que a sus hijos no les importase en absoluto cuanto les estaba explicando. Más adelante ataría cabos y comprendería el doloroso motivo de dicha apatía.

JACINTO – He tenido que venir andando, porque me ha sido imposible coger un taxi, y no he sido capaz de parar un solo coche en la carretera para que me acercase a Midbar.

El padre de los dos jóvenes tragó saliva y dio el siguiente e inevitable paso, que resultó especialmente doloroso para él.

JACINTO – ¿Cómo se encuentra vuestra madre?

Olga negó con la cabeza, con la mirada algo gacha. Gustavo gimoteó con más fuerza. Jacinto se puso en tensión, y corrió hacía la puerta del pasillo. La abrió a toda prisa, y se disponía a dar un par de zancadas más hasta el dormitorio en el que había dejado a su mujer enferma al partir, cuando notó cómo su hija le agarraba de la muñeca.

OLGA – ¡Para! ¡No abras la puerta!

Jacinto le ofreció a su hija una mirada que le heló la sangre.

JACINTO – Apártate.

OLGA – No, papa. No sabes lo que estás haciendo. Ella…

Jacinto se deshizo de la mano de su hija de un tirón.

JACINTO – ¡Apártate te estoy diciendo!

Olga se quedó parada. Su padre jamás le había levantado la voz. Era la persona más tranquila y dulce que conocía, y tan solo atinó a colocarse delante de Gustavo, apartándole con el brazo, haciéndole de escudo humano. El joven arquero se dejó hacer. En esos momentos no era más que una caricatura de lo que había sido. Ambos contemplaron cómo Jacinto tomaba aire, lo soltaba lentamente y se acercaba a la puerta del dormitorio.

JACINTO – ¡Tina!

Lo único que recibió como respuesta fue silencio. Pero no se dio por vencido y siguió gritando su nombre a voz en grito en mitad de la noche. Olga frunció ligeramente el ceño. Había algo que no acababa de encajar en ese cuadro.

Jacinto se armó de valor y posó su mano sobre el pomo de la puerta.

OLGA – ¿Qué haces? No abras. Por favor…

JACINTO – Apártate cariño. Sólo quiero saber qué ha pasado.

Jacinto desoyó por enésima vez los sabios consejos de su hija y abrió la puerta, dispuesto a afrontar lo que quiera que fuese que hubiese al otro lado. Pero ahí no había absolutamente nadie.

Estaba todo tirado por el suelo: la lámpara de la mesilla de noche, el vaso de agua con el que Agustina acompañaba las pastillas para el dolor… incluso el cuadro en el que salían sus dos hijos cuando no eran más que unos críos, en el último viaje que habían hecho al pueblo de origen de ambos padres, en el sur del país, cuyo cristal se había roto. Jacinto miró a sus hijos, y se extrañó al ver la expresión sorprendida en el rostro de su primogénita. Ella estaba mirando hacia la ventana, que estaba abierta de par en par. No fue hasta que él la imitó que ató cabos y comprendió lo que había sucedido.

comentarios
  1. gamab dice:

    Leyendo el capítulo me ha surgido una duda existencial xD Eso de dejar encerrado a un infectado en una habitación donde el pomo sea de manivela y no esférico, intuyo que implica que en alguna momento aunque sea de casualidad, el mismo quedará libre.

    Por el resto, me gusta la solución de Jacinto. Estaba esperando ver como desaparecía del medio. Intuyo que ya queda poco para que se dirijan al punto «seguro»

  2. battysco dice:

    Oh, Agustina se fue por la ventana igual que mi amigo Morgan!!! En este caso lo he agradecido un montón, ya que una nueva escena sanguinaria familiar no me motivaba especialmente. Sobretodo porque aún recuerdo la que vivió Salvador y Maya en el faro con la madre, la hermana y el hermano pequeño. Aquello fue una masacre en toda regla…

    Y así, como quien no quiere la cosa, me he puesto al día con los fabulosos capítulos de Lord Villahermosa.

    Sonia.

  3. Tengo que estudiarlo a conciencia, lord Gamab. Creo que la diferencia radica entre la palabra «pomo» y la palabra «maneta». Yo hago referencia a un pomo redondo, de los que para ser accionados tiene uno que ir con la idea preconcebida, y accionarlos por casualidad en un arrebato de ira infecta es cuanto menos inverosímil. Enfaticé que la ventana era de madera y que el piso había sido alquilado en multitud de ocasiones, lo que haría más creíble que los pomos fueran los de los setenta, no obstante, prometo estudiar el tema a fondo para no incurrir en un error.

    Intuyes bien, pues el siguiente capítulo ofrece un salto temporal importante y responde literalment a lo que bien tú presupones.

    ¡Saludos Sonia! Siempre gusto de encontrar un equilibrio entre la acción y la evolución pausada de la trama, y no excederme en el uso de la «crueldad visual» para con los lectores. Soy un escritor egoísta en cierto modo, pues escribo del modo que presumo yo más disfrutaría leyéndolo. Insistí en su momento que los amantes de la acción desenfrenada de dudable calidad literaria y de la sangre y el gore, de entre los tres libros, este sería el que menos disfrutasen. La intención del tercer tomo es ahondar en la trama, desarrollar todo lo que está abierto, y cerrarlo del mejor modo posible, y en este caso, los infectados ahora ya son tan solo la parte de atrás del decorado. Ya han cumplido su función, y si bien seguirán presentes en el imaginario de la novela, su presencia será mucho menos intensiva que en los dos anteriores tomos. Quienes disfruten con la trama y quieran conocer todos los huevos de pascua que he ido enterrando durante los dos anteriores tomos (e incluso en este), sí están de enhorabuena, porque aquí eso se enfatiza muchísimo más que en los dos anteriores tomos. Y a mi, personalmente, es lo que más me motiva de toda la trilogía. Hay tres grandes momentos cumbre en este último tomo. Uno es un drama en el momento menos esperado, el otro es un «se veía venir» y el tercero es un «hostia puta y ahora qué?». Si gozáis la mitad que yo lo gozaré escribiéndolo, ya me puedo dar más que por satisfecho. 🙂

    David.

    • battysco dice:

      Pero, pero, pero… ¿Cómo nos dices eso de los 3 momentos cumbres con semejantes pistas y te quedas tan ancho? Me rebanaré los sesos intentando averiguar de qué se trata!!! Jajaja, tampoco lo acertaría. ¿Nos has querido decir que un importante la palma inesperadamente o se me ha ido la pinza? Mejor no me respondas.

      Este blog es genial! La elucubración al poder.

      PD: Busco donde puedo contaros algo personal y en todas partes me parece un pegote. Así que lo planto aquí mismo, pero utilizando algo similar al estilo de la novela, a ver si lo acertáis. Pronto seré un huevo de pascua.

      Sonia.

      • Jajajajajaja ¡La magia de la ambigüedad! Es una descripción tan vaga y superficial de esos grandes tres hitos, que con la información que hay sobre la mesa es imposible llegar a buen puerto elucubrando. Si consideras que he sido excesivamente spoileador, comediré mis palabras en adelante. Sólo pretendía generar un poco de hype diciendo algo que en realidad es verdad, y que yo tengo muy claro en mi escaleta del tercer tomo.

        Recibe mi más cordial enhorabuena por la visita que te ha hecho el conejito de pascua. 🙂

        David.

      • Betty dice:

        Felicidades mami, jejeje, qué sorpresa!! Me alegro un montón cielo!! Muchos besazos 😃👏👏👏👏👏👏

  4. gamab dice:

    Impaciente por leer el resto del libro y ver esos huevos de pascua. La verdad es que coincido en la evolución, al principio hace falta gore, pero luego lo que importa es el desarrollo de los personajes.

    Por cierto lo del pomo era un pensamiento en voz alta. Se me ocurrió mientras leía el capítulo. La próxima vez prometo releer ocho veces el capítulo para encontrar todos esos detalles.

    • battysco dice:

      Gamab, es el típico detalle que devorando el libro capítulo a capítulo casi ni te enteras. Aquí, como lo desgranamos lentamente para que nos dure más, pues al final acabamos dándole vueltas a todo, incluso a los pomos de las puertas.

      Saludos.

      • Oye, que cualquier reflexión es más que bienvenida, porque genera un análisis crítico, y eso para mi es la vida. 🙂

        David.

      • gamab dice:

        Tienes toda la razón, pero mi comentario no era como crítica al texto, mas bien como pensamiento en alto. Es algo que nunca me había planteado y por el motivo que fuese, se me ocurrió al leerlo.

        Coincido al 100% en que al hacer lectura de cada capítulo por separado y espaciado en el tiempo, caemos en mil detalles que de otra forma no veríamos. Pero creo que también es parte de la experiencia estas elucubraciones que hacemos.

  5. Carol dice:

    Enhorabuena, Sonia 😉

  6. khanen dice:

    ¡Ey David! ¿Qué tal todo? Sigo vivo y leyendo AOLDLV a pesar de que últimamente no comente (obviando a mi doble fantasmal… ¬¬).

    Creo que hay un pequeño error en este capítulo, concretamente en este fragmento:

    Jacinto le ofreció a su hija una mirada que le heló la sangre.

    JACINTO – Apártate.

    OLGA – No, papa. No sabes lo que estás haciendo. Ella…

    Jacinto se deshizo de la mano de su hija de un tirón.

    OLGA – ¡Apártate te estoy diciendo!

    Olga se quedó parada. Su padre jamás le había levantado la voz.

    Creo que la última intervención, de Olga, correspondería realmente a Jacinto, ¿no? Entiendo que es él quien ha gritado.

    ¡Un saludo!

    • Saludos cordiales, Khanen-original xDDDD

      Tienes toda la razón en tu observación. Siempre que hay un diálogo copio los nombres de los personajes que hablan alternados varias veces y voy rellenando el diálogo en los huecos que me quedan. Se conoce que ahí me salté un nombre. Como bien dices, es Jacinto quien habla en ese momento. Gracias por la observación. Corro presto a corregirlo.

      David.

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