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Estación petrolífera abandonada
20 de diciembre de 2008
BÁRBARA – ¿Estás contento, Sam?
SAMUEL – Muchísimo.
Samuel sonrió. Ambos estaban observando cómo el bote se alejaba. Echó un vistazo a Bárbara, y le sorprendió su semblante serio. Parecía tener la cabeza en otro lugar. El joven negro sospechó que le preguntaría por su pasado. Los últimos días había reflexionado mucho al respecto, y había tomado la decisión en firme de no seguir ocultándose. No ante ella. No después de cuanto había hecho por él. Al fin y al cabo, ya no había de qué ni de quién. Sin embargo, lo que rondaba por la cabeza de la profesora distaba mucho de cuanto él hubiera podido imaginar.
BÁRBARA – Sam. No quiero que malinterpretes lo que te voy a decir ahora. Pero necesito que tengas toda la información antes de… tomar una decisión.
SAMUEL – Me estás asustando.
BÁRBARA – No…
La profesora le regaló una sonrisa a Samuel. Ello no ayudó a tranquilizarle.
BÁRBARA – Tú nunca has visto a una persona infectada, ¿verdad?
El chico negro negó con la cabeza. No dejaba de observarla, pero la mirada de la profesora volvía a estar fija en el mar, como si tratase de rehuír la suya.
SAMUEL – No.
BÁRBARA – No es… No es fácil. No es nada fácil. Al principio resulta muy complicado. No… no eres capaz de verlos como… como más de lo que fueron, antes de… enfermar. Personas… No todo el mundo puede, Sam. Por eso… por eso hay tantos, por todos lados. Porque no fueron capaces de comprenderlo… Quiero que entiendas que no hay matices. Se trata de ellos o de nosotros. Si dudas, aunque sólo sea por un instante…
La profesora chistó.
BÁRBARA – Un infectado jamás dudará en hacerte daño, y si tú no haces nada por defenderte… por… por evitarlo… Acabarás siendo uno de ellos. Quieras o no.
SAMUEL – No te…
BÁRBARA – Me caes bien. Eres una de las personas que mejor me caen de todas las que he conocido en mi vida. Maldita sea. Y no tenía ni idea de que eras tan… joven.
Samuel esbozó una sonrisa.
BÁRBARA – Por eso tengo tanto miedo. Eres muy joven. Eres… demasiado inocente, demasiado… bueno. No estás preparado para el mundo de… mierda que hay ahí fuera.
SAMUEL – Pero para eso estáis vosotros, para ayudarme a… a salir adelante. ¿No?
BÁRBARA – No es tan fácil. Hay demasiados peligros, y tengo miedo de que…
SAMUEL – Zoe es más pequeña que yo. Y se le ha dado bastante bien.
BÁRBARA – Zoe lleva peleando desde el primer día, pobrecita. Ha aprendido por las malas. Y ha tenido mucha suerte. Mucha. Tiene la necesidad constante de sentirse arropada, y le da pánico la mera idea de quedarse sola. En eso tú le llevas mucha ventaja.
SAMUEL – ¿Me estás diciendo que no me vais a llevar con vosotros? ¿Es eso?
BÁRBARA – ¡No por Dios!
La profesora se giró hacia Samuel, a tiempo de ver cómo una lágrima recorría su mejilla tostada.
BÁRBARA – Hay una isla. Bueno… un… un islote. Se llama Éseb. Lo descubrimos a mitad de camino de ir a buscar a mi hermano y… a los demás.
Samuel se mantuvo en silencio, con el ceño ligeramente fruncido. Se secó la lágrima con el dorso de la mano.
BÁRBARA – Hay un montón de gente, con un montón de barcos. Están construyendo… una especie de aldea. Tienen huertos y… animales. Y no hay ningún infectado.
Bárbara respiró hondo. El joven negro parecía que ni siquiera respirase.
SAMUEL – ¿Quieres llevarme ahí? ¿No quieres que me venga con vosotros?
BÁRBARA – ¡No! Yo quiero que te vengas con nosotros. Ese es el problema. Pero lo hago desde el egoísmo. Si de mi dependiera, ni siquiera estaríamos teniendo esta conversación.
SAMUEL – Pero Bayit es un lugar seguro, ¿no?
BÁRBARA – Lo es, en tanto en cuanto estemos murallas adentro… Y eso depende también de si hay o no más gente en la isla. ¿Te acuerdas de lo que te conté de aquellas personas que intentarnos matarnos?
SAMUEL – Pero esas personas están muertas. Las mató Paris.
BÁRBARA – Sí. Pero igual que ellos intentaron hacernos daño… otros también podrían. Quiero decir… ¡Ah! Qué mal me estoy explicando… A ver… Lo que intento decirte es que tienes una alternativa. No tienes que venirte a Nefesh porque yo te lo diga. Puedes decidir venirte con nosotros… o quedarte con ellos.
SAMUEL – Pero yo a ellos no les conozco.
BÁRBARA – Yo tampoco. La diferencia es que ahí no hay infectados. Y en Nefesh sí.
SAMUEL – ¿Y entonces qué quieres que haga?
BÁRBARA – Que tomes una decisión.
Samuel se quedó de nuevo en silencio.
BÁRBARA – No tiene que ser ahora. Pero lo que no quiero es que te guíes por tus sentimientos, y… te pongas en peligro innecesariamente. Lo que esta epidemia le hace a la gente… es muy duro. El islote del que te hablo no está muy lejos. Apenas nos desviaríamos menos de veinticuatro horas si… decidieras que… prefieres quedarte con ellos.
SAMUEL – ¿Y vosotros qué?
BÁRBARA – ¿Cómo?
SAMUEL – Si ese lugar es tan bueno, y tan seguro, y no hay infectados. ¿Por qué no nos vamos todos ahí, directamente?
BÁRBARA – Eso no es una opción. Al menos no por ahora. No con toda la gente que hemos dejado atrás en Nefesh, todos los bebés…
SAMUEL – Claro…
BÁRBARA – Y no te creas que no lo he pensado, ¿eh? Eso tengo que hablarlo largo y tendido con Carlos, con… bueno, con todos. Lo que estamos haciendo en Nefesh es… algo maravilloso, pero… la isla está… podrida. Al igual acabamos todos ahí donde te digo, en el islote ese, ¿quién sabe? Pero… lo que no quiero es decidir por ti. No sé si me explico.
SAMUEL – Te explicas.
BÁRBARA – Sé que no es una decisión fácil. Yo misma no sabría que decir, si me la plantearan ahora mismo. Incluso siento que estoy siendo egoísta por…
SAMUEL – Gracias.
Bárbara se giró sorprendida hacia el joven negro.
BÁRBARA – Prométeme que lo pensarás. Aún es pronto… No… no hace falta siquiera que sea hoy.
SAMUEL – Me gustaría hablarlo con los demás.
BÁRBARA – Y lo harás. Es muy probable que acabemos haciendo una escala ahí, de cualquier manera… Nos ha resultado muy fácil a todos ignorarlo, en tanto en cuanto veníamos a buscarte, pero ahora… No tengo ni idea de qué va a pasar.
Que difícil decisión, si yo fuera Samuel, me voy con ellos a Nefesh, tengo un mal presentimiento, ya sabes, como cuando nos das una de esas sorpresas funestas. 🙂
Nada es inocente, y este capítulo siembra las bases de algo que ocurrirá de aquí muchíiiiisimo libro en adelante. 🙂
David.
Al final todos acaban en el islote!!!! Espero que Sam se vaya con ellos por el momento… Me está cayendo de fábula el chavalín.
Sonia.
Lord Villahermosa y sus huevos de pascua que nadie sabe como ni cuando han de venir. Yo mismo tengo uno desde antaño y me preocupa lo que pueda suceder en ese islote. Me da mala espina
Aunque el libro sea tan desproporcionadamente largo, raro es el capítulo, el arco argumental o el detalle que no tiene trascendencia. Me gusta que os fijéis tanto en los detalles. Hacéis bien teniéndolos en cuenta, así cuando empiece la traca todo os encajará mejor. xD
David.