3×1100 – Karma

Publicado: 09/05/2017 en Al otro lado de la vida

1100

 

Ciudad de Nefesh

23 de noviembre de 2008

 

Morgan entreabrió los ojos al tiempo que emitía un gruñido, evidenciando su disgusto. No hacía ni media hora que se había acostado, después de una larga e infructuosa noche peinando la zona en busca de víctimas. Ricardo estaba arrodillado junto a él y tiraba con saña de la manga de su camisa. El policía gruñó de nuevo y se giró con violencia en dirección contraria, invitándole a dejarle en paz. Lo único que consiguió fue que el chico desgarrase la manga, que a partir de ahora haría juego con las dos perneras de su pantalón, que se habían maltrecho considerablemente durante su peregrinaje por el bosque. Eso no amedrentó a Ricardo, no obstante, que siguió insistiendo un buen rato, tratando que su compañero de tropelías se pusiera en pie. Morgan no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer y se mantuvo firme. No era el momento.

Por alguna extraña razón, aquél muchacho prefería cazar de madrugada que en plena noche. Tal vez tuvieran algo que ver sus ojos, a los que costaba mucho menos acostumbrarse a la intensa luz del sol que a los de Morgan. El policía, no obstante, prefería dar rienda suelta a sus instintos en plena noche, como la enorme mayoría de sus congéneres.

El chico lo siguió intentando durante varios minutos pero al final se dio por vencido y decidió abandonar en busca de aventuras el solitario supermercado donde se habían cobijado las dos últimas noches. Morgan dio varias vueltas sobre el duro sueño del supermercado, intentando encontrar la posición más cómoda, e intentó dormirse de nuevo. Le resultó imposible.

No habría pasado ni un minuto cuando escuchó una voz que le hizo ponerse en pie a toda prisa. Prácticamente a regañadientes, habida cuenta de los rayos de luz prácticamente horizontales que entraban por el escaparate, puso rumbo a la calle, atraído por aquella voz que con toda seguridad no pertenecía a un infectado, si no a una víctima potencial.

Tan pronto salió a la calle vio algo que le hizo quedarse quieto donde estaba. Ricardo yacía muerto en el suelo, a escasos diez metros de donde él se encontraba. No era la primera vez que le veía en tal estado, pero en esta ocasión no volvería a levantarse. Tenía un martillo de encofrador clavado hasta el mango en la sien, incrustado en su cerebro. Un muchacho delgado y con el pelo rapado trataba de arrancárselo, mientras reía de los nervios y blasfemaba por el susto que se había llevado. Junto a ellos, un carro de la compra de ese mismo supermercado en el que ellos habían pasado las dos noches anteriores, que contenía alguna que otra manta, un par de garrafas de agua, muy poca comida y unas pocas herramientas que podían ser utilizadas como armas en caso de extrema necesidad. Finalmente el joven consiguió lo que se proponía, y junto con el martillo salieron despedidos hacia la calzada trozos astillados de cráneo y algo de masa encefálica.

Morgan no se lo pensó dos veces y corrió en dirección a aquél muchacho de acusadas ojeras. El chico enseguida se puso en guardia, pero el policía fue mucho más rápido, y ambos cayeron aparatosamente al suelo cuando le placó, rodando el uno sobre el otro mientras el chico insultaba a Morgan señalando repetidamente y a voz en grito el color de su piel y la dudosa moralidad de su madre. El martillo se desprendió de su mano con el golpe y quedó fuera de su alcance, de igual modo que ya lo estaba el carro. El modo cómo le temblaba la voz al insultar al policía, al que pronto se sumaría el llanto, delataba su frustración al respecto.

Estuvieron forcejeando cerca de dos minutos, en los que aquél chaval demostró estar bastante a la altura de la situación. Al menos hasta que las fuerzas le abandonaron. En igualdad de condiciones, a manos desnudas, un infectado siempre ganaría una pelea cuerpo a cuerpo, pero Morgan estaba especialmente motivado por acabar con la vida de aquél repartidor de pizzas a domicilio. Tan pronto consiguió agotarle, comenzó a golpearle el tórax y la cara, zarandeándole de un lado a otro, sin darle un segundo de respiro. El chico seguía intentando defenderse, como bien podía, esforzándose en vano por quitárselo de encima y salir de ahí por piernas. Morgan no se lo permitió. En ningún momento utilizó sus dientes para tratar de herirle: no tenía intención alguna de alimentarse de él. Lo único que pretendía era destrozarle, acabar con su vida del mismo modo que él había acabado con la de Ricardo, volcando en él toda la ira contenida que tenía encima, que no era poca.

A medida que pasaban los minutos, cada vez costaba más reconocerle, con la cara hinchada, tantos dientes saltados, el cráneo hundido y semejante cantidad de sangre manchándolo todo por doquier. Los únicos testigos, los pájaros que sobrevolaban la zona, totalmente ajenos a la barbarie que ahí se estaba llevando a cabo.

Llegó un momento que Morgan se dio por satisfecho, largo tiempo después que aquél pobre infeliz hubiera perdido la vida. Con los nudillos despellejados y espuma saliéndole de la boca, manchando su sucia barba, se levantó y caminó a paso lento, arrastrando los pies, hacia el cadáver de Ricardo.

No se había movido un milímetro desde que el repartidor le soltase, y no lo volvería a hacer. Morgan le asió de la manga de la camiseta, del mismo modo que el chico había hecho con él hacía pocos minutos. Tiró una y otra vez, incluso con cierta delicadeza, al tiempo que emitía unos sonidos agudos, instándole a levantarse. Pero Ricardo no estaba dormido.

Morgan acabó dándose por vencido, sin poder apartar su mirada del agujero de la sien del muchacho del que no paraba de rezumar una sangre infecta de un color especialmente oscuro. Pese a que ya había amanecido y la luz del sol bañaba la entera totalidad de su cuerpo, Morgan se acostó en mitad de la calzada, junto al cadáver de Ricardo. No se alejó de él durante largas horas, después incluso que la noche volviese a reinar en la isla.

comentarios
  1. Drock9999 dice:

    1. Interesante forma de describir al chico gritando (con todo respeto) Negro hijo de puta.
    Jajajajajajajajajaja

    2. Mas interesante aun ver como, a pesar de todo lo basicos que se vuelven las personas al estar infectadas, siguen teniendo emociones o incluso, tal vez, sentimientos. Que gran leccion nos das, Lord David.

    Pd: 1100. Demasiada historia y aun no cansa. Enhorabuena!!!!!

    D-Rock

  2. Angela dice:

    Excelente como siempre, muchas gracias por los capitulos.

  3. battysco dice:

    Juerrr, si me ha dado pena y todo, qué rápido me paso al bando de los zombis, jajajaja.

    Buen fin de semana!!

    Sonia.

  4. Mi principal intención para con este pequeño arco argumental era precisamente esa: que el lector, habituado por el mass media a entender al infectado/zombie como una herramienta genérica del mal, pudiera meterse en su piel, y empatizar con él hasta el punto de soltar algún que otro «¡No, no, no!», que hay algo más que un personaje-herramienta, y que incluso puede tener una historia que contar, y que un vil asesinato lo es tanto en una dirección como en la otra. Es una lástima que Morgan como tal ya no forme parte de la novela, doy fe de ello habida cuenta de vuestros comentarios, pero esta nueva etapa del personaje aún tiene cositas que aportar.

    ¡Saludos! 🙂

    David.

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