3×1111 – Reculada

Publicado: 17/06/2017 en Al otro lado de la vida

1111

 

Barrio de Bayit, ciudad de Nefesh

7 de enero de 2009

 

Guillermo frunció ligeramente el ceño al escuchar aquél ruido desde el rellano. Hizo pasar a su hijo al ático, sujetándole de la mano, y cerró con suavidad a su paso. Ambos abandonaron el recibidor y se dirigieron al dormitorio que compartían, el único que tenía la puerta entreabierta, a diferencia del de Zoe y el de Bárbara.

Guillermo empujó con suavidad la puerta y aquél ruido cesó al instante. Bárbara tenía sujeta con ambas manos la funda de la almohada de Guille. Se giró a toda prisa hacia ellos, sorprendida, y se quedó inmóvil. La habían pillado infraganti.

La habitación estaba manga por hombro: daba la impresión que hubiese pasado un huracán. No había un solo cajón en su sitio, y tanto los propios cajones como su contenido descansaban sobre la cama y desparramados por doquier. La cómoda estaba tirada en el suelo, con la trasera mirando al techo. Las camas lucían desnudas de ropa y el colchón de la de Guille descansaba apoyado en la pared, junto a la ventana.

GUILLERMO – ¿Buscas algo?

Bárbara agachó la mirada, avergonzada, y tomó aire con un ligero gimoteo. La luz del sol matutino que entraba por la ventana formaba una franja prácticamente tangible en el aire a causa del polvo en suspensión. Cualquiera que hubiese mirado por la ventana habría negado que la jornada anterior se pasó todo el día lloviendo.

BÁRBARA – Ahora… ahora lo recojo todo. Lo siento.

La profesora comenzó a introducir la almohada de Guille en su funda, mientras una lágrima recorría su mejilla y bajaba hasta su barbilla, para acabar impactando en su pecho. Estaba desesperada viendo morir lentamente a Zoe, más que dispuesta a agarrarse a un clavo ardiente, y ya no sabía qué hacer.

GUILLERMO – Deja eso ahí.

Bárbara miró a su hermano. Padre e hijo venían de la calle y estaban bien abrigados. Sin embargo, él se había desabrochado la chaqueta, y entre los dos lados de la cremallera podía verse claramente en su cintura la riñonera que con tanto ahínco ella había buscado desde que padre e hijo abandonasen el ático hacía algo menos de quince minutos. Se sintió realmente estúpida: debió haberlo imaginado. Su hermano no era estúpido.

Guillermo tomó asiento en su propia cama y le hizo un gesto a Bárbara, palmeando el colchón desnudo junto a él. La profesora miró su mano y se le volvió a quedar mirando a los ojos, con los suyos propios anegados en lágrimas.

GUILLERMO – Siéntate.

Bárbara titubeó, superada por la situación, pero acabó acatando su orden. En ese momento hubiese deseado que se la tragase la tierra. El investigador biomédico se rascó la cabeza a la altura de sus incipientes entradas. Respiró hondo. Su hermana estaba en silencio, mirando el suelo, enfadada y avergonzada consigo misma a partes iguales. Guillermo cerró con fuerza los ojos y se llevó las manos a la entrepierna. Bárbara frunció el ceño al escuchar descorrerse la cremallera de la ansiada riñonera, y se quedó de piedra al ver cómo su hermano sacaba de su interior aquél minúsculo vial, con a duras penas diez mililitros de un líquido incoloro que bien podía tratarse de agua. Ambos cruzaron sus miradas. La expresión facial de la profesora era todo un cuadro. Su mandíbula inferior temblaba nerviosamente. Guillermo se tomó su tiempo antes de volver a abrir la boca.

GUILLERMO – Toma.

Bárbara arrugó aún más la frente, sin comprender nada. Guillermo le acercó el vial, y le hizo un gesto, agitando ligeramente la cabeza. Ni él mismo sabía muy bien lo que estaba haciendo, aunque se había pasado toda la noche, en la que había sido incapaz de pegar ojo, dándole vueltas.

GUILLERMO – Toma, cógelo.

La profesora presentó la palma de su mano hacia arriba y Guillermo posó en ella el vial. Bárbara cerró la mano con suavidad, notando la frialdad del cristal en su piel, quizá la última esperanza de supervivencia de la pequeña Zoe.

GUILLERMO – Es probable que no sirva para nada, pero no quiero más muertes en mi conciencia.

BÁRBARA – ¿De verdad? ¿Estás seguro?

Guillermo asintió. Otra lágrima brotó de los ojos de Bárbara, que estaba temblando de pies a cabeza. Tal revelación le había cogido por completo con la guardia baja.

GUILLERMO – No sé a quién pretendo engañar. Esto lo hizo el papa, por libre, mientras trabajábamos en la vacuna. A mi no me dejó participar. A nadie le dejó participar. Ya le conoces… A él siempre se le han dado mucho mejor estas cosas. Tenía… un don. Pensaba que quizá la OMS le pediría un fármaco para revertir los efectos de la vacuna, por si… la cosa no salía del todo bien, y… el cabrón lo consiguió, aunque nunca llegaron a pedírselo. Ni siquiera se llegó a hacer experimentación humana, aunque tuvo muy buenos resultados con las ratas. Al fin y al cabo la vacuna funcionaba como un tiro. No lo necesitaban. Pero él de todos modos guardó una muestra.

Bárbara escuchaba con atención lo que su hermano tenía que decirle, sin dar crédito a su repentino cambio de actitud.

GUILLERMO – Eso que tienes en la mano es lo último que queda. Yo… no sabría ni por dónde empezar, si pretendiese replicarla, y mucho menos sin la maquinaria de los laboratorios, y toda la documentación y… sin él. Creo que el único que podría hacerlo es él… pero él ya no está aquí. Y no va a volver, y Zoe se va a morir si no hacemos algo, así que será mejor que levantes el culo de ahí.

El investigador biomédico respiró hondo y se levantó. Se colocó frente a su hermana y le ofreció su mano para incorporarse. Ella la rechazó, pero se levantó de todos modos, y se quedó frente a frente con él unos segundos, antes de abrazarle con fuerza, abandonándose al llanto, mientras sujetaba con fuerza en su mano derecha, la misma en la que llevaba el anillo de pedida de Enrique, ese último cartucho.

comentarios
  1. Drock9999 dice:

    Adios a las esperanzas de ver recuperado a Morgan 😥

    • Betty dice:

      No del todo D-Rock, en el hipotético caso de que la vacuna hiciera su efecto en Zoe, ella sería una vacuna en sí misma. Pero no creo que Lord David lo tenga en mente 😉

    • battysco dice:

      Hay esperanzas D-Rock. Él, tal vez con la ayuda de Abril, lo conseguirá. En esta historia hay un origen y presiento que habrá un final. No me imagino esta historia sin esperanza. En ninguna otra obra se conoce tan bien el origen de la pandemia, y además en esta tenemos a un científico y a una médico.
      Es posible que tal como indica Betty, Zoe tenga muuucho que ver. Guillermo no pinta nada en esta historia si no consigue «enmendar» su puñetero error. Tampoco imagino que Guille sea eternamente así, sino que apuesto a que también consiga ayudarle gracias a Zoe??

      Bueno, todo esto hay que verlo, pero esas son mis apuestas a día de hoy.

      Sonia.

  2. Fran dice:

    Sonia, estoy totalmente de acuerdo con lo que dices. Ésta historia tiene que acabar bien, seguro.

    Fran

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