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Bosque de coníferas al sur de la isla Nefesh
23 de octubre de 2008
Christian recordaba perfectamente la cascada frente a la que se erguía la vieja mansión. En cuanto encontraron el río, el resto del camino fue coser y cantar. Era evidente que todo aquél agua tenía que venir de algún sitio, de modo que siguiendo el curso del río, en la dirección contraria a la que llevaba el agua, no tardaron mucho en dar con ella.
El último tramo fue bastante duro, porque estaba en pendiente, y Christian se había prometido no hacer ninguna parada más hasta que llegasen a su destino. Cuando subieron el último escalón del terreno, donde el río se ensanchaba considerablemente, ya se oía el ruido de la caída de agua. Finalmente alcanzaron la gran explanada sobre la que se erguía la mansión, que parecía emerger de entre la cascada de agua, desde esa perspectiva. Ambos se quedaron boquiabiertos al verla; era mucho mayor de lo que habían podido imaginar, incluso Christian, que había visto parte del tejado desde aquél alto árbol, en la costa.
No habían encontrado hostilidad alguna por el camino, ni rastro de que la hubiera habido en ningún momento. Les resultaba difícil creer que no estuvieran en una isla deshabitada, incluso ahora que veían la indiscutible firma del hombre sobre sus tierras.
Maya sintió que se le encogía el corazón mientras Christian la llevaba en brazos hacia la mansión, hacia la cascada. Ese ruido había movido algo en su interior, y le había hecho recordar el lugar en el que había perdido la facultad de caminar, hacía ya tantos años. El sitio no se parecía ni por casualidad pero el sonido era idéntico, infinito, penetrante. Si uno cerraba los ojos, podía incluso imaginar que se encontraba en mitad de un día de intensa lluvia.
La mansión tenía dos plantas, y estaba coronada por una cubierta de tejas negras. La madera y la piedra eran las piezas clave, al menos de la fachada, y debía pertenecer sin duda a una familia increíblemente acaudalada, o a los nietos o biznietos de los mismos. Parecía considerablemente vieja, e incluso abandonada a juzgar por su aspecto, pero no obstante se mantenía en pie, y parecía suficientemente robusta para seguir haciéndolo muchos años más. No había el menor indicio en ella de que estuviera habitada. Ahora, ninguna de las chimeneas daba señales de vida; todas las ventanas tenían las cortinas echadas, y la única puerta que se veía, también estaba cerrada. Christian se planteó si se había equivocado de casa, pero entonces cayó en la cuenta que no debía haber muchas más mansiones decimonónicas junto a una cascada, en los alrededores.
Se acercaron más y más, hasta llegar a la puerta principal. Eran dos enromes puertas de madera, tan altas que por ellas hubiera podido entrar incluso un hombre que midiera tres metros sin siquiera agacharse. Sabiendo de antemano que sería inútil, Christian intentó abrirlas, después de dejar a su compañera apoyada contra la fachada. Ninguna de las dos cedió. Le sorprendió también que no hubiera ningún timbre con el que avisar a los inquilinos. Mirándola mejor, ambos concluyeron que difícilmente tendría electricidad o agua corriente, incluso antes de la epidemia. Ahí el ruido de la cascada era tan intenso que se volvía incluso molesto.
CHRISTIAN – ¿A quién se le ocurriría construir la casa justo al lado de la cascada? Aquí no se debe de poder ni dormir, con tanto jaleo.
Maya estaba sentada en el suelo, con la mirada perdida en la porción de bosque por el que habían aparecido un minuto antes. No aparentaba haberle escuchado. Christian tenía algo de frío. Había estado sudando durante el final del trayecto, y ahora, quieto, a la sombra, sin camiseta, y con la ligera corriente de aire que cruzaba por el porche salpicado de robustas columnas, empezaba a echar en falta algo con lo que taparse. Se acercó a una de las ventanas de la planta baja y vio varios listones de madera clavados por dentro. Eran pocos y parecían bastante endebles. Pensó que podría echarlos abajo sin mucho esfuerzo, si antes rompía el cristal que los protegía, pero luego se dio cuenta que eso sería estúpido. Si pretendían que ese fuera su refugio de ahí en adelante, volverlo más vulnerable no parecía la idea más inteligente. En cualquier caso, eso delataba que había alguien más ahí dentro, o cuanto menos lo había habido en los últimos tiempos. A Christian no se le ocurría otro motivo para tapiar las ventanas desde dentro que el obvio, tal y como estaban las cosas en el mundo. Como gritar para llamar la atención de quien quiera que hubiera dentro no parecía tampoco la idea más acertada, asumió que deberían seguir buscando otra vía de acceso.
CHRISTIAN – Demos la vuelta a la casa, a ver si encontramos algún otro sitio por el que entrar.
Maya seguía con la mirada perdida, la boca entreabierta, la respiración casi inexistente.
CHRISTIAN – Maya.
Tampoco respondió. Christian arrugó la frente.
CHRISTIAN – ¡Maya!
Maya parpadeó, al tiempo que clavaba sus ojos en Christian.
MAYA – ¿Eh?
CHRISTIAN – Digo que… sigamos dando un rodeo a la casa, a ver por dónde podemos entrar.
Maya asintió con la cabeza. Christian la asió de nuevo y la condujo por el porche, rodeando la casa, notando bajo los pies el gruñido de la madera vieja, que les hacía incluso temer que pudiera venirse abajo de un momento a otro.
Llegaron hasta el lateral de la casa. Desde ahí se veía un enorme invernadero, que parecía haber sobrellevado los años bastante peor que la mansión. Tenía media cubierta hundida, y parte del bosque había dado buena cuenta de él, colonizando su interior y llenándolo de plantas, sobre todo hiedras y enredaderas, que cubrían casi toda la estructura de madera y metal.
Tratando de ignorar la macabra visión de esa construcción abandonada, siguieron adelantando por el porche cubierto, que parecía circundar toda la casa, hasta que llegaron a una puerta. Ésta tenía un tamaño más normal, y no era tan ostentosa. Daba toda la impresión que se tratase de la puerta de servicio, por donde habrían entrado y salido los sirvientes de la casa, cuando sus dueños vivían en ella. Tenía una llave puesta.
Christian dejó a Maya en el suelo del porche, apoyada de nuevo contra la fachada. La muchacha no tardó en volver a adoptar su estado de trance. Christian sabía perfectamente lo que le rondaba la cabeza, y prefería no molestarla mucho en estos duros momentos. El chico trató de abrir la puerta, pero ésta no cedió al primer intento. Miró de nuevo la llave, y la giró un par de veces, notando cómo el mecanismo cedía sin ofrecer resistencia.
Trató de dar una tercera vuelta a la llave, pero le resultó imposible. Asumiendo que la puerta ya debería estar abierta, e incapaz de comprender el porqué se había dejado la llave puesta su dueño, giró el pomo, que en ésta ocasión sí cedió.
Tragó saliva, respiró hondo y abrió lentamente la puerta, acompañado de un macabro gruñido. Solo la abrió hasta la mitad, y se asomó. Lo que vio le asustó, y le obligó a cerrar la puerta de golpe, y darle otra vez las dos vueltas a la llave. Maya le observaba; ahora parecía algo más despierta.
Ayyyyy!!k vio’??k vio??
supongo k dejarian la llave puesta al igual k si no recuerdo mal alguien hizo en otro capitulo,para k fuera mas facil acceder a cualquier persona sana ya que los infectados no poseen esa inteligencia…al menos de momento no vi indicio alguno d ella
Cada vez más interesante… Una pena lo de Maya, pero era inevitable que le acabara pasando algo. Quiero saber que es lo que hay dentro, ¿Ha visto al dueño que se había suicidado? 😀
@ Sicke: Esta escena de «lo que vio» fue algo que me ocurrió a mi en una ocasión, y al prensar en la llegada de Christian y Maya a la mansión, opté por reflejarla, porque consideré que encajaría bien en el contexto, y aportaría algo a la narración de lo que considero también es necesario. Muy inteligente tu deducción al respecto de por qué cerrarlo todo pero dejar una llave puesta. Tiene más matices, pero tu deducción me ha parecido muy buena.
@ Megaton Hammer: Gracias por la parte que me toca. Por ser tan larga, siempre tuve miedo que el lector acabase diciendo «anda ya a tomar por culo, estoy hasta los huevos ya» xDDD Lo que vio dentro es… otra movida. Es muy difícil que lo averigüéis, porque considero que es «poco previsible». 24 horas sólo 😉
Uy si te paso a ti no creo entonces k sea un infectado rondando por ahi…un perro tal vez?todo revuelto,manchas de sangre?o incluso un monton d trampas??me tarda saberlo,y por favor!!k el proximo capitulo nos quite las dudas no nos pases ahora con barbara,marion y carlos!!
Morgan?
La llave, el susto de Chris, el humo…
Morgan?
Me encanta la fase de elucubraciones :3